Por: Ana María Arango
Por lo que me cuentan los recién llegados de Bogotá, parece que la canción “la vamo a tumbá” está sonando mucho por allá. Pero muy pocos saben su historia y lo que ella representa. “La vamo a tumbá” es el himno del Pacífico; logra sintetizar la mentalidad y los sentimientos de su gente...
Esta canción es de Octavio Panesso, director del grupo Saboreo y actual vicerrector académico de
Hace ocho años, cuando llegué por primera vez al Chocó, me bajé del avión y a las dos horas estaba en la casa de Panesso comiendo zapote y absolutamente extasiada por su grata conversación y por el ambiente de su casa de madera con palmas, tambores y un trapiche en la mitad de “la sala”.
Las ideas de Panesso siempre son raras, provocadoras y difíciles de refutar -si uno tiene la mínima pretensión de tener una mentalidad amplia-. Panesso es un revolucionario y, para muchas personas, un “loco”.
Y yo estoy de acuerdo Paneso está loco. Tiene esa locura, esa pasión, esa intensidad que sólo un loco, absolutamente enamorado de la vida y de su gente, puede tener.
Su mirada es intensa y sus palabras inquisidoras. Panesso en un segundo, pasa de la risa al llanto. De repente se emociona y comienza a componer una canción… la canta, la repite y a los pocos días, sin haberla grabado hace parte del repertorio de las mujeres del Río San Juan, a cientos de kilómetros de Quibdó. Yo misma lo comprobé cuando me despedí de él mientas hacía los arreglos de su disco y al otro día viajé a Condoto; la gente me cantaba como si fueran canciones de toda la vida “el muerto malo”…
Dicen que no hay muerto malo
Y eso es una gran mentira
El marido que tenía
Estaba acabando con la vida mía…
o la mujer del campo”…
mis mejores versos
mis mejores cantos
yo se las dedico a la mujer del campo…
¿Cómo puede alguien sintetizar tan bien los anhelos, quejas, preocupaciones y sueños de la gente? Los invito a leer algunos apartes de la entrevista que le hice a Panesso para el “famoso” documental Los sonidos invisibles, del cual él es nuestro protagonista. En esta entrevista, Panesso nos muestra quién es y confiesa sus secretos y lo que hay detrás de sus canciones.
Ana María Arango: ¿Cómo describirías la situación del Chocó?
Octavio Panesso: El Chocó es un pueblo desarrollado. Es un pueblo muy civilizado; porque ningún pueblo en el mundo se puede decir que es más desarrollado que otro o que es más civilizado que otro o que tiene una mejor lengua, una mejor cultura, una mejor civilización. Entonces desde ese punto de vista yo considero que es un pueblo muy desarrollado pese a los grandes informes de las agencias nacionales e internacionales y los organismos de derechos humanos, que nos ubican, nos sitúan como uno de los pueblos más pobres del universo y uno de los pueblos más analfabetas del universo. Sin embargo yo considero que la realidad es otra. Porque si la mayoría del saqueo internacional se ha hecho a partir del Chocó. Si el Chocó ha servido para enriquecer a las grandes potencias del mundo, entonces no sé desde qué punto de vista y qué parámetros tengan ellos para decir que es el pueblo más pobre.
A.M: Cuáles son esos retos de vivir y trabajar en el Chocó?
O.P: Los grandes retos son precisamente los que quiere imponer el mundo. Los que quiere imponer el mundo globalizado. Si, en el sentido que todos tenemos que seguir el mismo enfoque socioeconómico y si no estamos en esa tónica pues lo de nosotros no vale, no? Pero es bueno tomarlo como reto pero no para seguirlos a ellos sino para exigirles y pedirles que cualquier propósito que ellos tengan partan también de la variedad, partan también de la diferencia para crear sus grandes estructuras socioeconómicas. Y uno de los mayores retos es vencer esos cordones de hambre y de miseria y cualquier índice de analfabetismo o de ignorancia (entre comillas) que pueda existir en nuestro pueblo […] La globalización tampoco se puede dejar sola. Quedarse simplemente viéndola y no tener por lo menos propuesta para ella sin perder lógicamente su autonomía y su autorregulación.
Y otro de los grandes retos precisamente es educar. Abrirles las puertas, abrir las puertas de todas la instituciones del Chocó y de Colombia a toda la familia chocoana. Incluidas las personas que no son de aquí pero que de alguna manera han querido estar con nosotros. Llámese paisas, llámese bogotanos, llámese costeños de la costa norte, lo que sea…ya los tenemos como hermanos, sean extranjeros, los asumimos como hermanos. Por qué? Porque han querido vivir con nosotros en medio de esas limitaciones.
A.M: Bueno, ahora hablemos de la situación de la educación en el Chocó porque también hay un informe de Planeación y Banco Mundial…
O.P: Banco Mundial, ahí está también el PNUB y está también la agencia de cooperación alemana y otras serie de entidades internacionales que han considerado que la educación de nosotros pues, tiene un bajo nivel. Y yo digo lo contrario, que tiene un alto nivel, lo que pasa es que se parece a nosotros. La educación de nosotros, se parece a nosotros.
Y yo creo si hay una de las cosas que se pueden tomar como positivo, en una universidad del Chocó es precisamente que la gente toma conciencia de quién es, de dónde viene y hacia donde tiene que ir. –Cuando eso se garantiza cuando tu estás preparada a nivel de conciencia, no solo puedes construir un pavimento, no solo puedes construir un rascacielos sino que puedes construir miles rascacielos, miles de cosas habidas y por haber, pero mientras la conciencia no esté preparada, no se construye ninguna. Y si se construye una se construye mal. Entonces por eso creo que la educación del Chocó está jugando un papel muy importante y hay muchas diferencias frente a otros sistemas educativos.
Aquí un profesor por ejemplo no puede entrar con un papel al salón leyendo. Porque dicen que no sabe, porque dicen que es pécora. Porque dicen que está pasteliando. En cambio en los estudios que me tocó hacer en Europa es al contrario. Si el profesor no lleva el papelito en la mano o no lee, los alumnos no confían en él, porque consideran que es un charlatán que está simplemente hablando por hablar. Entonces mira cómo… entonces desde ese punto de vista, creo que la creatividad funciona más en los pueblos de nosotros. Y yo me vine a dar cuenta de la gran importancia que tenía la educación en Colombia, fue cuando me metieron a las universidades europeas. Ahí me di cuenta que en Colombia el niño desde preescolar está discutiendo con sus profesores, le está preguntando, está en interacción permanente. Me gusta esto, no me gusta, esto es así, esto no es así…. Mientras que allá es un poquito más bancario y hay que comerse los conocimientos como vienen y si hay derecho a pensar pero no demasiado.
A.M: A qué le compones?
O.P: Yo le compongo… esa es una pregunta muy interesante. Yo no hago canciones… tengo que aclarar… yo no hago canciones. Las canciones mías las hace el público, las hace la gente. Yo simplemente las organizo; organizo el pensamiento, leo la cultura de la gente, leo su comportamiento, entiendo lo que me dicen, y eso voy y lo escribo en representación lógicamente de ellos. Pero para ser un buen compositor hay que parecerse a la metodología que utilizó Gabriel García Márquez; hay que confundirse con la gente, confundirse con el pueblo. Y eso es lo que yo hago: hablar diariamente con el mercader, voy mucho a la plaza de mercado, hablo con las prostitutas, hablo con drogadictos, hablo con la gente que me va a presentar un discurso muy diferente del académico; porque el académico casi no sale en canciones, casi no sale en romances, lo que sale son informes académicos.
Entonces casi todas las canciones mías son reales. Han nacido de la problemática social. Cuando tu oyes por ejemplo canciones como “la arrechera” eso no lo inventé yo. Eso lo oí en la plaza de mercado, una discusión entre una madre y una hija, no sé qué problema tenían y llegó el momento en que la mamá le dice: “vó lo que está es arrecha, cogé tu mariro pa´que se te quite la arrechera, eso es lo que tiene que hacer, eso te baja los sumos”. Y una canción que por cierto me causó muchos problemas, muchas dificultades porque inclusive un cura en la iglesia lo que le faltó fue excomulgarme por haberla hecho. Según él yo era el que estaba mandando a las jóvenes a coger sus maridos y no la misma mamá que fue la que lanzó la expresión. Y por eso igualmente también tuve muchas críticas de algunos grupos evangélicos, que estando en una entrevista radial precisamente me decían que no entendían cómo un profesor universitario hiciera canciones tan vulgares. Y yo simplemente les respondí que ellos decían que eran vulgares porque odiaban lo del pueblo. Porque “vulgar” viene de “vulgo” y “vulgo” es el pueblo. Y quién odia lo vulgar es porque odia al pueblo y como yo no odio al pueblo simplemente hago esas canciones vulgares. O sea las canciones que tienen que ver con la comunidad.
Entonces esas canciones como te digo, nacen de la gente, nacen del vivir cotidiano. Qué sería de Octavio Panesso sin la gente? No hago canciones. Yo interpreto, a mi comunidad, sus costumbres, sus leyendas, lo que son y las vuelvo poesía y hago que las canten el Grupo Saboreo o el Grupo Chinango.
A.M: A demás de mostrar la cultura local y al pueblo, para qué otra cosa sirve componer canciones?
O.P: Bueno, ¿qué ocurre? Y esto si es casi un secreto de estado. Un secreto de estado… del Estado Cultural. Y es que, y aquí tengo que ser sincero y creo que lo que voy a decir le sirve mucho a la gente, a todos los compositores. Cuando uno es compositor, y sobre todo cuando uno mismo está sacando la plata de su bolsillo para impulsar el proyecto, cuando a uno le toca sacar los recursos del bolsillo… una cosa es hacer música, hacer cultura cuando uno está patrocinado por el estado directamente por las instituciones. Si estuviéramos patrocinados por el estado te aseguro que las canciones serían diferentes. Pero cuando ya uno saca la plata le toca a veces hasta traicionar un poco. Sin descuidar la tradición de uno le toca traicionar un poco, hasta sus principios. Aquí estamos hablando claro; a mi no me gusta hablar opaco. Y si hablar va hasta contra mí, en aras de decir la verdad, yo acepto que vaya contra mí. A veces a uno le toca traicionar un poquito su cultura, le toca traicionar un poquito sus principios, cuando la plata sale de uno. Cómo me explico yo? Por ejemplo en la canción “la vamo a tumbá”, mi casa, la mayoría de las tablas de mi casa, de la madera de mi casa son de cedro macho; pero yo me doy cuenta que el cedro macho no le dice mucha cosa a un español como madera, no le dice nada a un europeo o a un norteamericano. Pero cuando uno habla de guayacán, ellos entienden perfectamente. Cuando habla de maderas internacionales como el chachao, entiende completamente. Entonces en esa canción… en esa canción tuve que abandonar la madera de mi casa y cambiarla por otra, para venderla mejor, si? Entonces a eso le llamo yo, traicionar… porque de pronto diciendo cedro macho, no se iba a vender tanto, como diciendo que era de guayacán o que era de chachao, así de sencillo.
¿Entonces qué pasa? qué es lo que ocurre realmente con la música. Resulta que la música de chirimía, la tradicional, cuando nosotros íbamos a las fiestas y de pronto colocaban un tema, los jóvenes inmediatamente reaccionaban en contra de la fiesta. Decían: “bajen esa porquería de ahí…ya vienen a molestar con esas pendejadas del Chocó”. Pero entonces nosotros no reaccionábamos en contra de ellos, no nos oponíamos a su actitud, ni mucho menos. Sino que los que estábamos pendientes del proyecto musical mirando a ver cómo sacábamos eso adelante, nosotros nos reunimos y dijimos “aquí simplemente hay es un problema y a un problema lo que hay que buscarle es investigación. Porque pretender que los jóvenes piensen como pensamos nosotros es estar nosotros mismos desubicados. Hay un problema… no quieren ya la música tradicional tal como se les está presentando”. Entonces dijimos nosotros “no vamos a acabar con esa música tradicional, pero si vamos a tratar de que ella evolucione un poco de acuerdo con lo que está ocurriendo hoy en el mundo”.
Entonces qué dijimos nosotros? Vamos a hacer una propuesta ahora para bogotanos, para españoles, para europeos, y dónde estaba la clave? Yo que había vivido en Europa me daba cuenta que los franceses cuando un o le sube el volumen de un radio en su casa se desesperan y cuando el sonido es muy delgadito, también… peor todavía. Entonces cuando regreso yo a Colombia, al Chocó, queriendo triunfar. ¿Qué hago? Cuando produzco “la vamos a tumbar”, dije yo: “como el sonido es tan estridente, es tan delgadito, es tan chillón y yo sé que en un momento dado por la misma naturaleza del ser humano, le va a fastidiar, le va a incomodar, porque el clarinete de nosotros suena en toda la pieza y es incesante, y dele y dele, llega un momento en que no se detiene. Entonces dije yo: “ en la vamo a tumbá metámosle de a pedacitos y en la mezcla, bajémole un poquito”. Mientras enamoramos a los de afuera. Le vamos a subir después cuando los tengamos enamorados, cuando ya amen la chirimía, pero ahoritica bajémole un poquito, pongámosle un poquito más de bajo, un poquito más de sonido grueso. Y eso ayudó también a que fuera una locura. Y ahora si se está buscando la chirimía la que chilla y la que no chilla; la está buscando no solo los habitantes, el pueblo, sino que la están buscando también los grandes empresarios del mundo. Entonces son estrategias que uno tiene y que a veces la gente no se da cuanta.
A.M: Si se abre el Programa de música en
O.P: Un egresado de música puede trabajar en muchas cosas. Aquí va a recibir, yo miro un poco, he mirado un poco el plan curricular, y hay materias como la música popular como dije antes, hay la música hecha a través de la tecnología que esa existe. Sin que se pierda lo tradicional es simplemente una interpretación de nuestros propios sonidos a nivel tecnológico. Pero la tecnología la utilizamos más que todo para cuadrar los grandes montajes. Nosotros lo utilizamos como un medio para formalizar un poquito para atarlo más a los sonidos que a las exigencias modernas o para convencer un poquito más al mundo, a la rentabilidad o a los empresarios. Pero sigue siendo simplemente un, para nosotros un medio. Entonces esperamos que esa persona sepa manejar toda esa alternativa tecnológica y por otro lado qué buscamos con ellos? De pronto a ustedes no les ha tocado estar aquí en la época en que viene una orquesta de Nueva York una orquesta de Puerto Rico, de Colombia, de cualquier parte. Y fue una de las grandes conquistas de nosotros, del proyecto de nosotros. Y fue una de las cosas que hizo que el proyecto precisamente se implementara. Qué era? Que las grandes orquestas del mundo llegaban aquí a un pueblo que, de mentalidad, no mentalidad sino de una realidad consumidora. Llegaban aquí, hacían los grandes conciertos, cogían los veinte, treinta, cincuenta, cien millones de pesos, los llevaban para afuera y dejaban la basura, dejaban la porquería en los parques, dejaban los borrachos, si? Dejaban los desechos. Entonces qué tiene que hacer un académico preparado con un sentido humano? Pues saber que ahí hay un problema y ver también de qué manera lo soluciona sin que se quiera dar a entender que nosotros vamos a hacer lo mismo con otros pueblos. Pero llega en momento en que uno tiene que decidir. Como ustedes han venido tanto acá, a llevarse la plata y a dejarnos la basura. Vamos a crear ahora nuestros grupos y para que haya un poco de compensación los vamos a armar, los vamos a promocionar para que los lleven también a Bogotá, a Cali, a Medellín a a todas partes y nosotros también coger la plata y traerla al desarrollo de nuestro pueblo. La que nos han quitado háganos el favor y nos las entregan con los grupos de nosotros porque la vamos a gastar en el Chocó. Sobre todo cuando uno tiene una idea de desarrollo clara y exactamente eso está ocurriendo. Entonces yo a mis músicos por ejemplo no les pago nunca en Cali si voy a tocar a Cali. Yo les pago cuando llegamos. Por ahí les doy una partecita para satisfacción de ellos pero les pago cuando regreso al Chocó. Porque por lo menos algo van a dejar acá. Si… entonces si, eso ocurre y es así como más o menos hay que pensar. Pero eso se debe también a la visión que yo tengo de desarrollo. Que la comparto con los compañeros. Yo me siento más satisfecho por ejemplo cuando le vendo un C.D. a un español como los compañeros que están aquí ahora, hay más desarrollo cuando yo les vendo un C.D. a ellos que con la plata que trajeron de España o con la plata que Ana María trajo de Bogotá, yo siento que hay más desarrollo cuando les vendo uno a ustedes que cuando les vendo dos mil o tres mil a los chocoanos. Ya? O una cocada una sola cocada que se hace aquí y que se vende ahora en San Pacho a los turistas que viene a las fiestas, puede causar más desarrollo que una empresa de lotería o cualquier otra cosa. Por la misma visión que uno tiene de lo que es el desarrollo. Entonces por ahí eso hizo que nosotros impulsáramos esos grupos para irlos a vender en otras partes y crear, si no un imperio económico, por lo menos una empresa económica que sirva para ayudar al desarrollo del departamento.
A.M: Octavio. Cómo tus canciones han servido para denunciar, qué denuncias con tus canciones?
O.P: Para denunciar yo diría que yo no denuncio nada porque yo no escribo. Como dije antes, yo no soy compositor. Yo soy simplemente… simplemente resumo lo que la gente quiere decir. O sea que si la gente ha encontrado alguna denuncia en las canciones no es la denuncia de Octavio Panesso, sino que es la denuncia de toda una comunidad. Es un grito de paz, es un grito de liberación. De toda una comunidad.
A.M: Qué denuncia esa comunidad?
O.P: Lo que se denuncia en un momento dado tiene que se precisamente con injusticias que se han cometido con los pueblos afrocolombianos, con la injusticia que se puede cometer con los pueblos colombianos, latinoamericanos y con las injusticias que se pueden cometer con muchos otros pueblos del mundo porque nosotros no somos una isla y debemos preocuparnos no solo por los problemas del Chocó sino por los problemas del mundo entero.
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