martes, 30 de septiembre de 2008

Sin músicos no hay fiesta

Este artículo lo escrbí para Chocó 7 días.



¿Alguien se ha puesto a pensar qué sería del San Pacho, sus desfiles, sus procesiones y las fiestas de los barrios sin los músicos? Evidentemente si el gremio de los músicos decidiera no salir un día y no acompañar las fiestas, la celebración sería un fiasco.

La música no es solamente acompañamiento, ni es simplemente un mero espacio de diversión. La música es un componente fundamental dentro del cual nos construimos como personas y como pueblo; apela a nuestros sentimientos y nuestras sensaciones, en ella además aprendemos a sentir nuestro cuerpo y a asumirlo. Con ella nos comunicamos y expresamos toda clase de formas de ser y de estar en el mundo.

Pero la música es hecha por personas; no surge, como casi siempre creemos, de manera mágica y espontánea. Hacer música es un oficio, una profesión con o sin un cartón que lo respalde. ¿O alguien se atreve a decirle a Jorge Velosa, Juanes o Shakira que por no tener estudios universitarios no son profesionales?

Uno de los grandes dilemas que nos encontramos en el San Pacho es precisamente la falta de valoración de los músicos. Se desconoce el esfuerzo físico y mental que ellos deben hacer y las horas de trabajo que anteceden a su performance en cada uno de los recorridos y procesiones. Los barrios e instituciones por tener mayor número de chirimías pagan precios risibles y además generan una competencia desleal dentro del gremio.

Pero la dignificación del oficio debe comenzar por los mismos músicos: su autoreconocimiento, su lealtad entre sí, su buen comportamiento y su presentación personal son un buen comienzo para exigir lo que se quiere.

Los músicos tienen poder y por lo tanto, tienen una responsabilidad la con el pueblo que se reconoce en ellos. Cada vez que se interpreta una canción y se deja de interpretar otras, se está legitimando unos códigos no solamente estéticos sino también morales.

Y termino entonces con una reflexión: parece que la canción de este San Pacho es “Gordo Bonito”. Canción que personalmente me parece buenísma. Pero más allá de lo graciosa y de todo lo que nos puede hacer reír, si analizamos el mensaje desde un punto de vista ético nos encontramos con la idea de que un gordo es bonito no porque sealindo, tierno, simpático, buena gente, etc. Lo que lo hace bonito y “sabroso” es su plata. Y si esta canción es tomada y arraigada por el pueblo es porque hay un esquema de comportamiento que hace que nos identifiquemos con ella. Es decir, estamos ante una escala de valores bastante dudosa.

Mi propuesta no es que de ahora en adelante se canten y compongan canciones “ñoñas” y políticamente correctas; la propuesta es más bien que sigamos cantando estas canciones pero que analicemos por qué nos identificamos con ellas. Por lo tanto los invito a ver el poder que tiene la música, pero sobre todo el poder de los músicos a la hora de establecer referentes que de una u otra forma identifican a toda una comunidad.

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