Hoy es el día de la “afrocolombianidad” y, según El Tiempo, toda esta semana será la semana de la diversidad “con énfasis en lo afro”. Pero ¿qué significa eso de “la semana de la afrocolombianidad”? Para la mayoría de mis amigos una buena época para hacer toques y ganarse una plata extra, para otros un reconocimiento duramente conseguido tras diferentes reclamos y movilizaciones frente al aparato estatal, para otros una buena fecha de reencuentro de las colonias en ciudades como Cali, Medellín y Bogotá, para nosotros los “multicultis” una buena semana para deleitarnos con los placeres que brindan a nuestros sentidos esos sonidos, olores, colores y sabores que vienen de las costas. Y Para otros negros, re negros... nada porque no se considran "afros".
¿Hasta qué punto una semana que busca el reconocimiento de lo “afro” se queda en el deleite, la rumba y el jolgorio? Más allá de los bailes, los sabores y los sonidos tan exóticos que nos traen estas personas, hay un pueblo que necesita ser tenido en cuenta. Y si bien las expresiones culturales son cada vez más un elemento que se posiciona como un recurso político, lo primero que hay que hacer es -más allá de los espacios de representación o de "exotización"-, dignificar estos escenarios reconociendo el trabajo y el valor de quienes están siendo representados.
El sábado pasado se dio inicio a la “Semana de la Afrobogotaneidad” en el Auditorio de la Universidad de la Salle. Nos citaron a las 5:30pm y el evento comenzó dos horas después con una retahíla de políticos y representantes mamonsísima. El Alcalde de Bogotá que estaba programado nunca llegó y cuando finalmente después de una hora los dos grupos invitados pudieron tocar, se perdieron más de la mitad de los instrumentos y las voces porque el sonido era una grosería.
La gente igualmente gozó y agradeció el espacio. Entre otras cosas porque tener a Zully Murillo con la Contundencia con la antesala del grupo Kilombo, no es cualquier cosa. Pero igualmente ¿a qué estamos jugando? Se brindan espacios de representación de un sector social pero de qué manera?, ¿se les paga a los músicos realmente lo que merecen? ¿se les trata como se merecen? El agua de lo músicos la tuve que ir a comprar yo.
Mi pregunta es: si se tratara de otro sector, si no se tratara de afros, o de indígenas o de cualquier otra minoría… si se tratara de otra colonia en Bogotá como la judía por ejemplo, o la del Valle, ¿la organización y el trato se daría de esa misma manera?
Aclaro que en otras ocasiones, he asistido a eventos de representación de lo Afro en La Mediatorta de Bogotá y el trato hacia los músicos y hacia el públicoha sido radicalmente diferente. Pero como ahora tienen parado este proyecto que, entre otras cosas ha sido el escenario más digno e importante que ha tenido a nivel popular y cultural Bogotá… ni idea que nos espera.
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